martes, 27 de enero de 2009

El mito andrógino

El otro día, en la Cruz Roja, una amiga me habló de una historia inventada por el filósfo griego Platón que daba explicación tanto a la homosexualidad como a la búsqueda de nuestra "media naranja" y el cual me llamó especialmente la atención.
El mito cuenta lo siguiente:

En la época de los dioses olímpicos, sobre la faz de la tierra habitaban un equivalente a los humanos actuales dividos en tres tipos, como si dijésemos en tres sexos. Los seres eran redondeados y constaban de dos cabezas en la parte superior las cuales nunca se habían visto la cara la una a la otro ya que estaba colocadas nuca contra nuca. Los tres tipos eran los siguiente: mitad hombre mitad hombre, mitad hombre mitad mujer y mitad mujer mitad mujer.
La cuestión es que estos seres, a raíz de su gran ambición y codicia, decidieron tratar de alcanzar el Olimpo para derrocar a los dioses. Zeus, al saber esto, lanzó uno de sus famosos rayos y los dividió a cada uno de ellos en dos, girándoles la cabeza. Ahora lo que debían hacer era buscar su otra mitad, la cara de la cual nunca habían conocido. De ahí el término de buscar tu "media naranja". Así los mitad hombre mitad hombre debían buscar a un hombre, los mitad hombre mitad mujer debían buscar o a un hombre o a una mujer, y los mitad mujer mitad mujer debían buscar una mujer. De aquí la homosexualidad y la heterosexualidad, y cabe decir que Platón era reconocidamente homosexual, pero no por las mismas razones que se pueden tener hoy en día, sino que el defendía la superioridad y perfección del sexo masculino, por lo que se sentía atraído por él.

Otra de las conclusiones a las que se llega mediante este mito, a parte de la de la media naranja, es que en el fondo los gays son más varoniles que los heteros ya que anteriormente su cuerpo estaba formado por dos partes masculinas, y al igual con las lesbianas.
Sé que es una chorrada y no tiene nada que ver una cosa con la otra, pero me pareció muy interesante y curioso.
Y ahora una gran pregunta: ¿existe esa media naranja para cada uno de nosotros? ¿Esa otra persona, hombre y mujer, que está relacionado con nosotros más de lo que nunca podremos imaginar y al que debemos encontrar para ser felices para siempre? ¿O hay numerosas "medias naranjas" por el mundo?
En mi opinión, si hay una media naranja va a ser prácticamente imposible encontrarla, así que es mejor conformarnos con una buena persona a nuestro lado que nos comprendan y apoyen, que nos comuniquen lo que sienten y que nos sean leales, no fieles... Pero ésa es otra historia y deberá ser contada en otro momento.

domingo, 25 de enero de 2009

El retardismo

Hoy me dispongo a hablar de uno de los aspectos que desgraciadamente más me caracterizan.

EL RETARDISMO

El retardismo pone nombre a aquella actitud cotidiana en la cual sobreponemos en la linea del tiempo la diversión y el placer al trabajo y al deber. Por ejemplo, si tenemos un trabajo que hacer pero hemos llegado muy cansados del instituto, no tenemos ganas de ponernos a currar así que nos metemos en Internet y empezamos a divagar por la red sin rumbo alguno o enchufamos la tele y nos ponemos a ver "Ana Rosa". Mientras tanto, lo único que tenemos en la cabeza es que tenemos que hacer el trabajo porque si no... Y es mucho peor el estar pensando que tenemos que hacerlo, que el hecho de ponernos en un momento y acabarlo, y así quedarnos tranquilos. Además, tenemos la suficiente experiencia escolar como para conocer de sobra la sensación que invade tu cuerpo cuando acabas algo que no te dejaba dormir los últimos días. Pero aún así, no lo hacemos.
Y en mi caso, como seguramente en muchos otros, soy capaz de mentalizarme y convencer a mi mente de que no hay de que preocuparse, ya que, lo haga más tarde o más temprano, me va a dar tiempo y el resultado va a ser bueno.
Uno de mis ejemplos personales con el que peor lo he pasado ocurrió antes de estas Navidades: para CMC, la nueva asignatura impuesta en Bachiller que trata de sustituir las enseñanzas científicas que los de humanidades deberíamos recibir, nos pedían copiar los tres primeros temas del libro al completo, hacer los ejercicios y hacer un trabajo en pareja de cuatro folios de cada uno de los tres temas. Además, haciendo eso la máxima nota a la que se podía aspirar era a un 7, y si querías aumentar tu calificación debías hacer un examen de los tres temas. Bueno, pues yo hice ese examen (fui el único, y lo hice porque necesitaba un buen expediente académico para mis pruebas) y una semana antes de las vacaciones, me quedaba el tercer tema por copiar, bueno, a toda la clase nos quedaba el tercer tema por copiar; así que pensamos pedirle al profesor que nos dejase retrasar la fecha de la entrega hasta el jueves en lugar de hasta el martes.
Sin conocer su respuesta, estuve copiando el tercer tema la noche del lunes al martes hasta la 2, y, entonces, confiando en que se retrasase la fecha de entrega, me fui a dormir con medio tema sin copiar y con el tercer trabajo sin hacer. ¿Qué pasó? Que el profesor nos mandó a la mierda, básicamente. Nos pasamos todo el día copiando el libro como locos y maldiciéndonos a nosotros por vagos y al profesor por hijo de puta. Al final, dio tiempo.
Pero en aquel momento, algó pareció cambiar en mí. Por lo menos, en mi mente. Aunque era algo que yo ya sabía de sobra, pero el miedo a catear había hecho que en mi, el retardismo desapareciese un poquito. Y digo un poquito porque desafortunadamente aún quedan grandes resquicios de ese puto defecto.

En fin, aunque sé que no descubro nada nuevo para nadie y que la única persona que lee esto es mi Xelleta, espero que el escribir esto aquí elimine un poquito más de mi retardismo. Y más de lo que me ha pasado hoy, pero ésa es otra historia y deberá ser contada en otro momento.

jueves, 22 de enero de 2009

La agilidad emotiva

Hoy he estado haciéndome la siguiente pregunta durante varios momentos del día:

¿CÓMO PUEDEN NUESTRAS EMOCIONES CAMBIAR DE UN MOMENTO A OTRO DE MANERA TAN BRUSCA?

Es decir, me resulta curioso como, ahora mismo puedo no tener ganas de ir a cenar y luego, cuando llegue a la mesa, sentirme jubilosos de estar ahí sentado comiendo con mi madre y Cristián. Y no me refiero a una cuestión de pereza.
Pero bueno, el caso va más allá. El cuervo existe en esta cuestión.

Llevo aquí, en Sevilla, ¿cuánto? ¿Cinco meses?
Sí, creo que sí.
Y aunque sé por experiencia que cuando voy al instituto paso uno de los mejores momentos para mí del día, con mis nuevos compañeros, que hacen la duración de la clase de Historia mucho más agradable y amena, y que cuando salgo de allí estoy triste de hacerlo porque sé que voy a tener que esperar 24 horas para volver.
Aún así, por las mañanas, y teniendo la experiencia curtida en el tema como ya he dicho; no tengo absolutamente ningunas ganas de ir. Muy común, ya ya... Pero en mi vida han habido otros momentos en que no quería ir al instituto y cuando estaba allí continuaba sin querer estar. Y ahora es diferente...
Es más, durante la hora previa a coger el bus e irme a clase, esa sensación de desgana y pereza, esa maquinación sobre cómo puedes evitar ir, si mintiendo a tu madre o volviendo a la cama y haciendo como si te hubieses quedado dormido, continúa, no desaparece. Pero es subirme en el bus, es pasar esa puerta de cristal y sentarme, y me invade de pronto una sensación de optimismo e ilusión, de dicha y nerviosismo.
Y no sólo se encuentra presente en este caso. En otra ocasión que yo recuerdo, cuando me monté por primera vez en el Dragón Khan, cuando estaba en la cola estaba acojonado perdido, neurótico y con náuseas, y todo empeoró cuando me senté y las medidas de seguridad se cerraron alrededor de mi cuerpo. Pero cuando oí el sonido del vagón ponerse en marcha y vi como me acercaba al primeri descenso de la atracción, apareció una nueva emoción en mi cuerpo que desalojó a las demás, al miedo; era una sensación de completa alegría y expectación, de seguridad y de goce. Y aquel cambio fue increíble. Incluso mi mente se dio cuenta y lo primero que pensé fue:
- ¿Qué me acaba de pasar?

He pensado llamar a este fenómeno interior "agilidad emotiva", ya que se basa en la capacidad de las emociones y sentimientos para moverse de un extremo al contrario en cuestión de segundos.

miércoles, 21 de enero de 2009

¿Qué es un "cuervo"?

Un cuervo, a partir de hoy, día 21 de enero, es todo aquello que recorre nuestro cerebro de manera voluntaria o involuntaria y que nos provoca ponernos a meditar sobre ese tema, y llegamos a ese tipo de conclusiones en las que ya no recordamos el inicio, ya no recordamos qué nos ha hecho ponernos a pensar en eso.
Un cuervo no entiende de límites, cualquier pensamiento puede producirlo; desde una fantasía lujuriosa hasta una frase escuchada al azar, desde una noticia vista en la televisión hasta un pelo encontrado en nuestra comida. Todo, absolutamente todo. Luego, en la mente de cada uno, toma su propio camino y se decanta por los prejuicios personales de cada uno.
Los cuervos son usuales en las personas, solemos crear unos cuantos al día; aunque en ocasiones los cesamos ya que debemos de concentrarnos en un asunto más importante o en ocasiones es obligado ya que, por ejemplo, debemos de reflexionar sobre un tema en algún examen. Pero siempre, en cada momento, un cuervo nace en nuestras neuronas.
Podríamos dividirlos en dos tipos:
- Aquellos irrelevantes donde el principio no importa, sino el fin, la conclusión. Son lineales. Nace a raíz de que nuestra madre nos diga que debemos de irnos a dormir y acaba muriendo cuando se encuentra en el punto en que estamos pensando que nos gustaría ver una película nueva en el cine; y eso se debe a que nos acabamos de dormir. Pero aun siendo irrelevantes, es interesante ver el proceso que se ha seguido durante toda la reflexión o incluso, a veces, podemos llegar a una conclusión que nos abre las puertas sobre algún tema nuevo.
- Y aquellos que son temáticos, aquellos que no se desvían de una idea central y cuya conclusión, cuyo final; tiene mucho que ver con el inicio, con el nacimiento. Suelen darse cuando el cuervo es provocado, cuando no tenemos suficiente tiempo para que evolucione o cuando es obligatorio. Estos cuervos también pueden producirse abiertamente en un entorno de debate, en el cual nuestro cuervo es expresado a los oyentes.
Eso es un cuervo.